HIJOS SIN LÍMITES

Una mujer de 55 años visitaba a su hijo de 23 en la cárcel. El estaba ahí por homicidio culposo ya que había atropellado a un niño al entrar a alta velocidad en una calle en sentido contrario tratando de escapar de una patrulla que lo perseguía por haberse pasado un alto.
Entró al penal completamente destrozado de los huesos y en silla de ruedas ya que el padre de la criatura muerta se le fue a golpes y el policía -que ya estaba justo detrás- se hizo de la vista gorda y no lo detuvo hasta que casi lo mata... El hijo le decía a la Madre:   
- Sabes Mamá, yo no soy un asesino premeditado ni un maldito desalmado, solo que ya concluí que estoy aquí porque APRENDÍ Y ME ACOSTUMBRÉ a romper reglas y a no cumplirlas jamás sin ningún límite.  
- Ay hijo!!!, es que de chiquito te ponías taaaan difícil, cada vez que yo te daba una orden o una instrucción, me desafiabas y hacías unos berrinches tales que yo no lo soportaba y te dejaba hacer y deshacer con tal de evitarme conflictos. Desde que tenías 3 o 4 años, cuando yo te decía: 
-Come tus verduras para que crezcas sano y fuerte, me decías: Yo no quiero ser sano ni fuerte, no me importa, ¡déjame en paz! 
-Arregla tu cuarto: No voy a recoger nada, así estoy contento, ¡si quieres arréglalo tú!
-No destruyas las cosas, cuídalas: No me importa yo quiero jugar así, y si no me compras cosas nuevas gritaré y lloraré hasta que me las compres.
-En esta casa se hace lo que yo digo: No Mamá, no lo haré ¡YA NO TE QUIERO y si me hablas así, me voy a ir a otra casa! 
Y así siguió la lista interminable de instrucciones y respuestas a lo largo de la vida de este hijo REBELDE de padres PASIVOS, FLOJOS Y BLANDENGUES.
Hasta que el hijo interrumpió a la madre GRITÁNDOLE... 
-¡Basta ya mamá! : solo dime ¿cómo fue que siendo un adulto le creíste y obedeciste a un niño taaaan chiquito? Hoy a mis 23 años estoy destrozado, infeliz y sin futuro, de nada sirvió que estudiara pues le quité la vida a una criatura y de paso les arruiné el resto de la vida a ti y a mi padre. La vida en la cárcel es una miseria.

Pregunta: si tu hijo estuviera a punto de caer en un precipicio y tu lo estuvieras sosteniendo de la mano ¿lo apretarías con todas tus fuerzas o le detendrías la mano suavecito para que no le duela? Lo mismo pasa con los valores, la disciplina y las reglas, sé responsable y apriétalo fuerte y lo salvarás del precipicio de la vida en sociedad, porque nadie a quien él dañe con su indisciplina va a tener compasión de él.  Si tú, que le diste la vida y lo amas, no soportas sus berrinches, ¿qué te hace pensar que los demás lo harán? Un grito a tiempo, unas nalgadas, un castigo bien impuesto, sin afán de maltratarlos o herirlos sino por "su bien", tal vez deje una pequeña huella pero los hará sentir seguros y bien claros sobre la diferencia entre el bien y el mal y a la larga sabrán que si los cuidas y los educas bien es porque los amas y no porque te importa más tu comodidad y tu tiempo libre. Evítales la infelicidad de la disciplina impuesta por la sociedad o la ley.